sábado, 31 de diciembre de 2011

Abran las cortinas!

Casi dos meses sin nada que decir, casi dos meses sin que este lugar se iluminará por una visita mía. Creo que he tenido las cortinas mucho tiempo cerradas y espero la luz no me ciegue al reabrirlas. El paso tan rápido del tiempo, del año, se me hace una experiencia tan sublime como aterradora... no por la fragilidad de mi vida, algo tan natural jamás debería asustar a ningún hombre... sino por mi agonizante deseo de plenitud.

Cautivado por distintas tendencias que simplemente podría describir como humanas he mantenido mi vista parcialmente cegada de lo que normalmente era capaz de observar, esquivando a voluntad propia los detalles que convertían mi mente en un infierno de ideas... pero uno que era mío, único e inigualablemente mío. Estos sean quizás los únicos pocos minutos de lucidez que pueda ofrecer sin saber especificamente que es eso que ofrezco.

Supongo que al terminar el año lo que se espera es un balance, ver que se logró y que no. Sin embargo, sabemos que no es lo principal. Lo que se conserva es la esperanza de que el siguiente año sea mejor, de que el simple cambio de un dígito conlleve a un futuro de algún modo más brillante debido a que el sol dio 365 vueltas ya...

Esperanza irrelevante en la mayoría de vidas que simplemente buscan en el movimiento astronómico una razón más para pensar que su vida puede mejorar. Llena de supersticiones, juegos y rituales que solo son producto de la mente y decisión humana. Ese lugar en el que ni Dios o demonio se meten, lugar que es un mundo aparte para cada uno... pues uno no tiene la habilidad de hacerlo... y el otro nos regaló el libre albedrío... lo que a simple vista podría presumirse como su mayor error. Pero dejemos la teología de lado por ahora.

A puertas de un nuevo calendario gregoriano solo puedo saber que mañana será otro día... pase lo que pase, venga o no venga el Señor, despierte o no despierte. Lo demás queda en muchas dudas y misterios que mi mente adormecida por la humanidad que tan cálidamente me abrazó... y es que era natural, jamás dejaré de ser humano. Ante la perdida de la mayoría de mis certezas solo puedo concluir que a medida de que sé más me doy cuenta de cuanto quiero saber. A medida que subo otra colina veo otras muchas más al frente que también quiero subir. A medida de que me vuelvo más humano de lo que solía ser me doy cuenta de cuan aterrador sería culminar ese proceso. Pero de nuevo... nos desviamos del tema hacía mi.

Todos aprenden, y dirán que aprendieron este año. El común dirá que sufrió y que aprendió y que el otro año será mejor. ¿Y por qué no decir que todos somos especiales? Porque si todos lo fueramos entonces quizás nadie lo sería en realidad... díganme que para Dios es diferente, pero ustedes no son él...

El cambio en nuestro caso no es automático, no es cíclico... es inducido y provocado siendo nosotros mismos la causa y único culpable para la mayoría de golpes por los que culpamos a una deidad, el destino o cualquier otro poder controlador en el que se quiera creer. Somos todo menos balanceador, todo menos equilibrados... pero eso si: somos lo mejor de la creación... y es que lo seamos que implica que ese poder empiece a carcomermos en algún momento... cuando empecemos a utilizarlo (me recuerda a algunas películas).

Pero basta ya, que suficiente he dicho por hoy. No les deseo un mejor año, porque sé que no habrá diferencia entre este día y el siguiente excepto en ese molesto dígito del que ya hablamos. No les deseo que se cumplan sus sueños, solo espero tengan el valor y la fuerza para luchar y cumplirlos ustedes mismos, sea con o sin ayuda. No espero que sus problemas desaparezcan, solo deseo hallen la fuerza para enfrentarlos. Yo no deseo nada para el próximo año... quizás un poco más de lucidez... o quizás en unos minutos la vuelva a perder y no la extrañe hasta la siguiente vez que abra las cortinas...

... lamentable que no haya mucho de interesante allá afuera... a veces...

Feliz Año Nuevo... pero mejor aún... felices siguientes 365, si son lo suficientemente valientes para luchar por eso.