lunes, 23 de julio de 2012

Monstruo: Final


-        -  ¡Monstruo…!

Aún hace eco en mi memoria en las noches donde el reloj no es más que un adorno en la pared.  Y quizás el día cuando los monstruos no existan el mundo estará en paz, pues eso es lo que quiere, su monótona y sepulcral paz. Aquí no son bienvenidos los extraños más que para cuando su extrañeza se vuelve necesaria.

-          -¡Las brujas son enviadas de Satanás!

Sin embargo, son el recurso desesperado de muchas almas desdichadas. Ninguna de estas alzó la mirada mientras ella ardía en el fuego de una hoguera por el simple hecho de no ser como esperaran. Somos afortunados, pues no viviremos lo suficiente para ver al mundo… ¿arder? No, querido, aquí nada arte. Se 
 congela.

¡Y qué si soy monstruoso? Las piedras y las lanzas ya intentaron hacer lo que sus gritos y miradas no logran. Recuerdo a un joven que me miró y dijo que cambie su vida. Recuerdo a una niña que me miraba con pena y amabilidad. Hoy, el joven está ocupado con esa vida cambiada como para clamar por la mía, ella ha crecido y ya ni siquiera le interesa mirar. 

-         - ¡Ahórquenlo!

¿A mí? Lo entiendo, pues para cruzar un abismo un árbol debe ser cortado. He aquí mi cuerpo, mi carne y mi sangre, son suyos y por siempre les digo que no pondrán un dedo sobre ellos. Los amé demasiado como para permitirles contaminarse con tal vileza. Y si hoy fui puente, pronto fui reemplazado por uno más moderno, olvidando que un día fui yo lo único que tenían, lo único que podían tener… y es que este mundo adolece de lo que el anterior excedía, memoria.

-         - En el nombre del Padre…

Su dios no es mi dios, su padre no es mi padre. Y soy hijo de alguien que no me vio monstruoso, sino hermoso y útil. Alguien que me mandó a sufrir y a llorar porque sabía que podía soportarlo. Su dios es tan falso como lo es mi humanidad, falsa porque ustedes decidieron que lo fuera. ¡Y mírenme cuando les hablo! Pues será la última vez que miren mis ojos, la última vez que observe la pestilencia en los suyos y la decadencia que emanan.

Su dios pide tratar como quieren que los traten ¡pero les permite todo lo contrario! Mientras el mío solo me pidió una cosa: habla con ellos – eso me dijo -, solo un momento. Y por hablar los conocí, por conocerlos los amé, por amar soñé…

… por soñar, morí. Y hoy estoy aquí, muriendo. 

No por su mano, pues no hay cosa que nos rodeé capaz de dañarme. Muero porque elijo  morir, porque soñé morir, porque soñé conocerlos…

-         - Yo solo…

Ya no hay nada que hacer. Se extinguieron los monstruos: no por ser cazados, ni asesinados, ni siquiera perseguidos. Se extinguieron pues quisieron mejorar su mundo, pero vieron que mientras sirvieran serían dioses, cuando dejaran de hacerlo… demonios, a los cuales se les exorcizaría con cruz en mano.
Nos extinguimos por amor. Pues vimos que no importa cuánto pudiéramos hacer, lo único que querían era que dejemos de estar aquí. ¿Somos tan repugnantes?

-         - No es eso…

¿Lo somos? Pues no me miras al responder. ¿Tan repulsiva es nuestra presencia que ni ante el abismo de la desaparición son capaces de mostrar algo de comprensión? No se preocupen, no me quedaré, ni así los convenciera de lo contrario. Pero espero me recuerdes un día y hagas lo que yo no pude, espero seas humano. No seré más que una sombra en la putrefacta mente de las personas. No seré otra cosa que una pesadilla. No quise ser más que un suspiro…

… y me hicieron un ventarrón.

Hoy se extinguen los monstruos. Hoy me llegó la extinción. Hoy amamos al mundo tanto. Hoy el mundo más nos odió. Quizás mañana nos recuerdes. Quizás si tengas corazón. Ojalá un día vuelvas. Mientras yo me voy por amor.

- Hoy solo quedan humanos, pues así lo desearon, y nosotros así se los concedimos…
-          Y entonces lo vi elevarse, jamás vi nada igual. Sin gloria, sin pompa, de un modo tan simple que no podía hallar algo natural en ello. Yo lo amo… pero jamás lo podrá saber. Pero algún día seré anciano, y mis nietos sabrán que alguna vez existieron los monstruos. Fuertes, sabios, poderosos, pero ya no más. Pues nosotros los extinguimos. Hoy somos nuestros propios dioses. Ellos recuerdos. Odio los recuerdos. Pero amo saber que cuando nada más quede para odiar, ellos seguirán allí, conmigo a pesar de todo. 

     Hoy un monstruo es inmortal, pues elegió no vivir.