jueves, 10 de marzo de 2011

Lo básico

En el momento donde uno más necesita de ayuda es donde más ocupados están los amigos. La amistad se vuelve el tratado de conveniencia más grande y el amor el precio que se debe pagar por los servicios de terceros.

Nada más basta mirarlo objetivamente, ni dejarse llevar por la ira, mucho menos dejar que la pena sofoque lo poco que alguna vez quedó de lucidez. Es que la línea entre la genialidad y la locura es muy delgada y no quiero atraversala... al menos no involuntariamente.

No quieres escucharlo, yo menos, es la visita a ese médico que solo vez cuando te das cuenta que no hay más opción. La vasta e irrepetible experiencia de una vida quedó opacada por una peca... un punto... una capacidad. Las herramientas son así: Las consigues, las usas, las guardas, incluso tus favoritas.

"Debes apoyarme porque eres mi amigo", lamentable mentira que te vendiste para justificar tu patético deseo de aprobación. "Yo me sacrifiqué por ti, ahora te toca", el despreciable momento donde la calidez del amor fue cambiada por la fría e inmaculada planeación de la conveniencia...

...fría, inmaculada, detestable...pero efectiva.

Y es que cuando el "que tal" viene seguido del "necesito", solo vemos lo que queremos ver, solo esperamos que termine de contestar la primera parte... porque todo siempre mejora en el segundo acto. La desnuda realidad nos golpea con salvajismo berserker, mi musa inspiradora es simplemente ese ser que siempre quiso devorarme.

Y la realidad es que somos imperfectos. La realidad es que somos la sombra de lo que queremos ser, o porque pensamos que nunca lo alcanzaremos o porque nos pensamos estar bien. Me decepcionas, tu actuación, tu desempeño, tu fatídico intento de razonamiento... pero me decepciono más yo por creer que dos soles pueden brillar juntos...

El patetismo de un ser promedio al intentar ser un genio es más aceptable del genio que pretende creer que todos deben igualar su IQ. Un heroe siempre será una persona normal, una persona normal nunca podrá ser un heroe... algún romano lo dijo, pero... ¿te importa?

A ritmo del piano las piezas se ordenan. Al ritmo de la batería las ideas avanzan para simplemente rendirse ante el encanto de nuestra estupidez. Porque soy más culpable que cualquier otro...

...no te puedo culpar por ser tú. Y en este preciso momento me doy cuenta de lo solo que estoy. Dos segundos después me aterra la idea de poder estar más solo. A los cuatro segundos te miro a los ojos y encuentro un vacío donde estaban mis sueño. A los cinco segundos comienzo a escribir...

Cinco minutos después no sé por donde empezar... quizás por presentarme de nuevo, quizás por despedirme de ti.

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