jueves, 24 de febrero de 2011

Una pregunta

La primera vez que me pregunté si era amor verdadero estábamos en el cine, tomabas mi mano y yo sudaba tanto que me deshidraté. Te hallabas tan hermosa que solo recuerdo la mitad de la película y yo tan nervioso que olvidé mi mochila en tu casa. No estuve seguro de que responder… mientras veía el celular y le decía a mi preocupada madre que ya iría a casa.

La segunda vez que me pregunté si era amor verdadero estábamos nadando, era verano y el agua escondía el sudor. Competimos por ver quién resistía más bajo el agua y con el riesgo de irritar mis ojos por el cloro te vi de frente, la distorsión se hizo mi aliada y el momento mi hermano, te robe el primer beso sabiendo que era eso o morir ahogado. Luego de eso no tuve respuesta más que un corazón que sonaba como parada militar.

Hubo una tercera vez. Yo me hallaba de rodillas frente a ti. Unas pocas (decenas de) rosas nos rodeaban y dejaba de lado mi miedo al público (y las abejas) para pedirte que me desposaras. Lloraste, saltaste y me hiciste caer. Me puse nervioso, se me resbaló el anillo y al recogerlo me lastimé la cabeza. Tu respuesta me era esquiva, pero los gestos y tus ojos me eran sinceros. Era el sí más feliz de mi vida y quizás el único que me quitaría tanto el sueño. Un anillo no lo hacía de verdad, unos detalles tampoco, mi pregunta flotaba en mi cabeza y solo podía tener un “si” en mi memoria… ya habría otro momento.

¿Cuarta vez? Claro. En un hospital, tú en la camilla, yo con el corazón en una mano y tu mano en la otra. Tú con dolor en los labios pero alegría en los ojos. Gritos, dolor, sangre y un inmenso llanto me mostraban un presente que era nuestro futuro, un nosotros que tenía toda tu belleza y todo lo que pudiéramos darle. Quería decir que sí… pero querer es una cosa…

La siguiente vez que me lo pregunté tú te ibas. En la cama donde te canté y donde me enamoré de ti cada mañana tú me decías que no habría una siguiente vez. El destino era sarcástico y hoy yo era la víctima de algo tan natural como la muerte. Tú descansarías mientras yo sentía todo el dolor. Dijiste que lo haría bien… que me amabas, cesé mi delirio por saber y respondí sin pensar… los únicos momentos donde no pensé fueron cuando tú estabas en frente, porque pensar solo sería perder el tiempo que podría usar en tenerte… tiempo que ya no tendría más.

Hace años olvidé esa pregunta. Mientras camino entre las lápidas sé que soy feliz. Dicen que los hijos son la alegría más grande, pero son los esposos los que solo se tienen a ellos. Mi orgullo siempre estará con nuestro nosotros, así el fuera a buscar el mismo sueño que yo soñé un día, en un cine, con mucho sudor.

Preguntarme si fue amor verdadero ya no tiene sentido. Hoy me pregunté si supo que la amé cada segundo, que morí con ella y ella vive conmigo. Hoy supe que era amor verdadero, porque lo que fue un día en dos butacas es hoy frente a una lápida. No porque lo dije con euforia, sino porque lo hice con convicción. Y el único miedo que tuve nunca fue no amar de verdad, sino no haber amado tanto como pude…

… con una nueva rosa en la mano sé que es una pregunta cuya respuesta ahora ya sé, que siempre supe, así como tú también…

1 comentario:

Unknown dijo...

El amor es un sentimiento que jamas se va. Es de esos que permanece para siempre y que parece trascender cualquier circunstancia. Vale la pena querer aunque sea un instante, porque el amor valora ese instante por la eternidad