sábado, 30 de octubre de 2010

La niña: Yo y nuestros demonios

Podría decir que me decepcionaste por última vez, pero sería la decimosegunda vez que lo digo, y sí, he estado llevando la cuenta. En mi afán por encontrar algún incentivo más, el esfuerzo para aguantar un segundo extra...he vendido mi orgullo y mi vergüenza a 2x1.

Suelo olvidar que eres tan humana como el resto, tan real como el dolor, tan palpable como el viento. No busco razones para no quererte, es más, no las necesito, pues aunque no quiera...te quiero, y ya aprendí a vivir con eso.

Una estocada más no cambia en nada las cosas. Un poco más de sangre derramada, una cicatriz extra, un paso más cerca de la agonía. Pero si te esperé a ti y nunca llegaste, supongo que no tiene sentido esperar la muerte, quizás a ella tampoco se le ocurra llegar: quizás tenga un problema con todo lo que tenga un artículo femenino.

Y a medida que ese "tic" se vuelve más aterrador, más incesante, más rítmico y más deprimente, comienzo a buscar tu mano para poder sostenerme de algo; claro, pero como siempre, lo olvidé, estás muy ocupada sosteniendo el mundo, tanto que te olvidaste que en algún momento viviste en él, yo viví en él...pero vivió más en ti que en mi.

Nos devoró, lenta y sádicamente, con una sonrisa piadosa y sínica, nos devoró. Tú de plato fuerte, yo de postre, me quedé al final, angustiado, petrificado, pensando donde estás, tú que te fuiste con una sonrisa a parar sabe Dios a donde, lugar que yo no quiero saber.

Eres juez, jurado, acusado y verdugo en tu propio juicio. Yo ando de pasada por curiosidad, pues no entiendo en que momento nos complicamos, en que momento mi conciencia se llevó sus maletas y mis fotos tuyas. Te declaraste culpable, te condenaste a verme, me condenaste a cargarte, nos condenaste a soportarnos, los condenaste a no saberlo...Dios es el único que salió sin condenación solo porque no puede.

Dicen que yo te hice, pero no puedo destruirte, y ahora que yo me voy, tú te quedas y te ries de mi....

No hay comentarios: