domingo, 19 de diciembre de 2010

Historias

No tengo comentarios. No los tengo porque no hiciste nada, no los tengo porque no lo mereces, no los tengo porque...elegí no tenerlos. Y es que elegí olvidar a pensar como rompes esperanzas, como explotas cada oportunidad de sentirte bien a costa mía.

Lo que haces es eso, lo que haces. Como observador yo no estaré, pero observaré... no me tendrás pero sabrás que te tengo, pero ya no te deseo, solo deseo observar. Que las piezas se muevan, el teatro se arme, la película ruede y las piernas dancen, yo miraré sin decir nada.

Ya soñé bastante, viví suficiente y compartí contigo algo que sabía jamás tendría retribución. Pero claro, esto no se devuelve...se tiene o no, quizás sea mejor mal gastarlo que tirarlo por vejez. Lamento que sea contigo, lamento que no valgas la pena. Lo lamento no por quien eres, sino porque me equivoqué al preguntármelo la primera vez.

Y como todos voy a morir, como todos voy a llorar, como todos sangraré pero no viviría como todos. Son comunes, yo soy endemoniadamente...yo, tú eres angelicalmente tú, pero mientras yo puedo esperar subir, a ti solo te queda bajar. Y al cruzarnos no pensaré, no miraré, retendré mi respiración y seguiré. Sin nombre, recuerdo, vida o momento memorable, pasarás a la historia como un punto más.

Lamentablemente incluso las manchas son recordadas, las vidas se acaban pero los recuerdos quedan. Y quedará el tuyo en mi, porque así soy...porque soy malo olvidando. Y tu eres buena haciéndote recordar. Terminé como historiador, y tú...como pedazo de la historia que me veo en la obligación de narrar.

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