martes, 4 de diciembre de 2007

Así

Que más puedo hacer, ya no puedo sonreir, no ahora al menos. Me duele el corazón, no, no es enfermedad, es solo dolor, pasajero pero dolor al final. Tú no tienes la culpa ¿quién la tiene? Ella no, nada hizo, en verdad nadie tiene la culpa, solo yo, es mi dolor y como siempre soy el único responsable por él.

Cuantas ganas de gritar y correr hacia ti, cuando arrogancia y orgullo para no hacerlo, cuanta tristeza callada bajo una sonrisa, cuanta falsedad. ¿Es acaso mía? ¿Me pertenece? ¿Dónde se fue mi virtud? Quizás este paseando por allí.

Quize un corazón nuevo, pero allí también estabas tu marcada, con plumón que no se borra sin importar cuantas veces lo lavé. Recogí mi corazón del basurero, magullado, sucio, y acabé limpiándolo con lágrimas que no sé de donde salieron porque en mis ojos solo había odio.

Así morí, apagué la luz que encendiste para que no me caiga en la oscuridad, me resigné pero me levanté de nuevo y la prendí. Allí estabas, llorando junto a la cama, como si hubieras hecho algo, ¿por qué no corriste? ¿por qué no dejarme? Algún día entenderé tu dedicación, hasta entonces solo la veneraré, hasta morir, porque sé que incluso allí me seguirás viendo, tan apacible y feliz como ahora.

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