lunes, 3 de diciembre de 2007

Idas sin vueltas

¿Por qué no puedo decirlo? ¡Explicamelo! ¿Es tan difícil liberar a la misma libertad? Por una sola vez deja de mirarme con piedad, necesito algo más que piedad ahora. No, lo siento, no tienes la culpa, soy yo y mi maldito orgullo. No te pongas triste, ya estoy lo bastante mal yo. Si, sé que te importo, sé que te preocupas por mi, si, siento lo mismo, por eso no llores, mírame como siempre, quizas solo necesito eso, que me mires.

Tal vez hoy no debiste haberme visto, quizas levantarme de la cama solo fue el inicio de una fatalidad que no va a terminar cuando vuelva al lugar donde comenzo.

Será mejor que me vaya. ¿Vienes conmigo o te quedarás allí de nuevo? Hace días que estas alí, mirándome, ni una palabra, ni una señal, solo cuando estas triste. Extraño tu sonrisa, robártela de vez en cuando y sentir que ser ladrón valia la pena más que nunca. La voy a recuperar algún día y dejarás de estar sentada en la misma silla todas las noches, dejarás de contemplarme como un ser extraño, volverás a mi, a mi vida, a mi realidad... a mis sueños.

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